01 marzo 2007

Madrid - Barcelona: X




Mucho se ha hablado y se ha escrito en estos días a propósito de las últimas manifestaciones contra la negociación con ETA y en apoyo a las víctimas.

La gravedad de los acontecimientos que nos ha tocado presenciar en esta hora de la Historia de España propicia que los ciudadanos lleguen al punto de manifestarse por partida doble; la penúltima vez, el 3 de febrero, y la última el pasado día 24.

Quien suscribe tuvo el placer y el orgullo de estar en Madrid el día 3 de febrero, y formar parte, como una minúscula gota más, de la inmensa ola de civismo que inundó la capital aquella tarde. Como testigo presencial puedo dar fe, por tanto, de un fenómeno sorprendente y esperanzador, iniciado mucho antes del 3 de febrero, y que por lo que vemos está llamado a prolongarse durante mucho después:

Me refiero a una Nación que se niega a doblegar la rodilla ante el terror totalitario. Me refiero a los españoles que honran y apoyan a sus víctimas, sabedores de que quien mata a uno de nosotros, contra todos nosotros alza su mano homicida. Me refiero, en fin, a una ciudadanía que se sobrepone a la mediocridad -si no a la miseria-, de sus políticos y de sus gobernantes, y se echa a la calle para exigir, con toda la serenidad y con toda la firmeza, que no se entregue la dignidad y la libertad de España a alimañas que a duras penas merecen ser llamados hombres.

Sorprende y al mismo tiempo emociona el observar cómo los ciudadanos han recuperado con naturalidad y entusiasmo a partes iguales dos señas de identidad tan emblemáticas como son la bandera de España y el himno nacional. Parece que por fin se está rompiendo el maleficio de considerar que esos símbolos, que son de todos, tienen algún resabio anacrónico o excluyente. Quizá los españoles al fin hemos empezado a comprender que la bandera y el himno representan a España, y que España, a su vez, equivale a decir Libertad, Concordia, Igualdad, Estado de Derecho, Democracia, Dignidad ... todos esos ideales por lo que nuestra sociedad tanto ha luchado y sufrido. Los mismos ideales que el terrorismo pretende destruir con ahínco criminal.

Así pues, el día 3 y el 24 de febrero hubo en Madrid dos manifestaciones multitudinarias. Madrid, rompeolas de todas las Españas, volvió a acoger en sus calles y en su corazón a una inmensa multitud de ciudadanos que tomaron partido activo en favor de la democracia y la decencia, y en contra de la indignidad y la cobardía. Probablemente la del 3 de febrero fue la mayor manifestación de la historia democrática de España. Sé que esto que estoy escribiendo es de sobra conocido por todos.

Pero lo que no todos los ciudadanos saben es que las dos manifestaciones de Madrid tuvieron sendas réplicas en Barcelona. Tanto el 3 como el 24 de febrero la plaza de San Jaime, en el mismo corazón de la ciudad, se llenó de miles de catalanes reclamando libertad y exigiendo firmeza frente al terrorismo. Igual que en Madrid. El aire se llenó de banderas españolas. Igual que en Madrid. Y esos miles de catalanes, para dar vivas a la Libertad, la Concordia, la Igualdad, el Estado de Derecho, la Democracia, la Dignidad ..., emplearon una única palabra para resumir todas la anteriores: ¡España!. Igual que en Madrid.

En Madrid se congregó un millón y medio de personas. En Barcelona muchos menos. Las manifestaciones barcelonesas estaban planteadas, en un principio, para aquellas personas que por la razón que fuera no tuvieran ocasión de desplazarse hasta Madrid.

Pero cada ciudadano que acudió a la plaza de San Jaime multiplicó el valor de su presencia por diez, por veinte, por cien. Porque en Barcelona los ciudadanos, al echarse a la calle, no sólo le plantaron cara a ETA, a sus secuaces y a sus valedores. También desafiaron los planteamientos excluyentes e intolerantes de un nacionalismo mezquino y miope que no tolera de buen grado otro pensamiento ni otra identidad que no sean lo suyos.

No resulta fácil ni cómodo en Barcelona pasear banderas nacionales ni dar vivas a España. Tampoco lo es levantar la voz en contra del terrorismo. De momento no constituyen actos subversivos. Pero los que se atreven a significarse de esa manera son conscientes de que se corren un riesgo. El riesgo, por ejemplo, de sufrir en la calle los insultos o la agresión física de cualquier matón con carné independentista.

La valentía y la dignidad de todos sus participantes ha hecho que las manifestaciones de Barcelona agiganten su importancia hasta colocarse a la misma altura moral que las de Madrid.

En Madrid se escuchó el himno nacional el día 3 y de nuevo el 24 de febrero. En Barcelona se escuchó el día 24 dos veces seguidas. LA SEGUNDA VEZ POR ACLAMACIÓN POPULAR.

Por todo ello, en la Liga de la Libertad y en el Campeonato de la Dignidad:

Madrid - Barcelona: X

Carmen Bañuls Torres.

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